Habla tan solo un momento, grita por un segundo y susurra una vida entera. Mantén la sensación y cuenta las emociones mientras se escapan los sentimientos por esa mirada enamorada. Lucha por tener siempre una sonrisa, renuncia sin temor a las lágrimas y ríndete ante una caricia apasionada; anhela ese mordisco que te devuelva a la realidad mientras tus pensamientos están en una odisea de sueños de los que no quieren escapar.
Pregunta por los castillos que crecían en el aire de un suspiro después de cada encuentro, recuerda las ideas de reconquista de nuestros cuerpos cada vez que nos separamos y sorpréndete al darte cuenta de que estás pensando en la brisa, las sábanas y el roce con la piel mientras la noche transcurre y las estrellas nos vigilan celosas del amor que nos rodea, pues ellas bien saben que ni su tamaño ni intensidad podrían superar estos sentimientos.
Que se retuerzan por dentro, pero es nuestro momento.
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